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Desde el primer llanto hasta el último aliento de vida, el ser humano es una criatura productora de sonido. Numerosos estudios demuestran que la respiración y la fonación se inician en el nacimiento. La entonación (tarareos, arrullos, chillidos y risas) se desarrolla normalmente en los cuatro primeros meses de vida. La articulación y las primeras palabras se producen aproximadamente cuando se cumple el primer año. Antes de cumplir dos años, el niño es capaz de utilizar combinaciones de dos palabras. 
 
El análisis de esos datos nos demuestra que los elementos necesarios para el canto – respiración, fonación, resonación y articulación – están ya desarrollados a una edad temprana. De esto se deduce que la posibilidad de enseñar a los niños a cantar de forma efectiva y expresiva, también se puede llevar a cabo a esta temprana edad. La discusión continúa a día de hoy, aunque no hay acuerdo en lo que se refiere a cuándo o incluso si es recomendable enseñar a los niños a cantar. La Asociación Americana de Profesores de Canto afronta este reto. 
 
Plenamente consciente del daño que puede producir el inadecuado, excesivo o mal aconsejado uso del canto, la Academia recomendaba en el pasado que los niños no se involucraran en estudios musicales serios. Sin embargo, tras realizar investigaciones adicionales, no hay evidencia científica, pedagógica o fisiológica que indique que la pedagogía del canto en los niños sea intrínsecamente perjudicial para el cuerpo, la mente o el espíritu de los niños. 
 
La Academia reconoce ahora que hay beneficios si se enseña a los niños a cantar. En realidad, cantantes de cualquier edad bien entrenados tienen menos posibilidades que los cantantes sin entrenamiento de dañar su aparato vocal o de permitir que otros lo dañen. Si observamos a profesores de otras disciplinas como la danza o la música instrumental, nos damos cuenta de que han identificado y potenciado el interés de los niños en sus disciplinas respectivas. Claramente, estos profesores han desarrollado ejercicios de técnica y repertorio adecuados a la edad, que estimulan pero no dañan ni el cuerpo ni la mente del niño. Son astutamente conscientes de que los niños no son ‘adultos en miniatura’ y de que no deben ser tratados como tales. 
 
La Academia cree que los profesores de canto deben tomar ejemplo de sus colegas mencionados anteriormente para desarrollar y utilizar ejercicios de técnica y repertorio adecuados a la edad y que apoyen la inclinación natural de los niños a expresarse cantando. Sin embargo, la cantidad y calidad de talento musical, así como el interés de cada niño, varían muchísimo. La Academia sugiere tres categorías de niños cantantes: 
 
Categoría uno incluye niños para los que el canto no es más que una actividad más a compartir con otras como matemáticas, ciencias, historia, lengua, educación física, arte, danza o religión. Para ellos, conseguir que aprecien y experimenten el disfrute del canto puede ser suficiente. Esto puede tener lugar en casa, en el colegio o en talleres. 
 
Categoría dos incluye niños para los que el canto es una actividad lúdica que desean ejercer con más intensidad. Estos niños pueden expresar interés en recibir clases privadas de canto para mejorar su técnica vocal y aprender repertorio. Pueden llevar a cabo esta actividad en el colegio, grupos al margen, eventos deportivos y talleres. 
 
Categoría tres incluye niños para los que el canto es una actividad profesional o pre-profesional que dependerá de su técnica vocal, capacidad interpretativa y repertorio, y que será objeto de críticas. Para estos niños el estudio de la técnica vocal es necesario para que puedan afrontar con éxito los requerimientos físicos y emocionales que una carrera de cantante precisa. Su actividad puede tener lugar en óperas, musicales, grabaciones, concursos, cine, radio y televisión. 
 
Independientemente de estas categorías de cantantes, el entrenamiento deben llevarlo a cabo profesores cualificados que sepan tanto cómo enseñar como qué enseñar a los niños. Deben tener conocimientos básicos de anatomía y fisiología del aparato vocal del niño, así como de técnica vocal y repertorio adecuado a la edad; la psicología del niño es esencial para poder instruir con éxito. Los profesores deben saber por ejemplo que el instrumento vocal del niño no puede mantener el espectro tonal que el aparato vocal adulto puede producir. A su vez, los profesores deben evitar repertorio que exceda la comprensión física, intelectual y emocional del joven estudiante de canto. 
 
Fundamental para el proceso pedagógico es el establecimiento de un entorno favorable a los niños. Elementos como la postura, el control respiratorio, la fonación, la resonancia, la articulación y las habilidades interpretativas deben abordarse de forma paciente, creativa y lúdica. Usando herramientas pedagógicas estándar tales como trinos con los labios y la lengua, escalas, tríos y arpegios, el profesor de canto debe esforzarse en crear ejercicios que se asemejen a juegos en vez de ejercicios repetitivos. Por ejemplo, el movimiento respiratorio abdominal se puede explorar haciendo que el niño ‘jadee como un perro’. Las escalas y otras vocalizaciones se pueden practicar usando números, colores, nombres o incluso objetos que se encuentren en la clase. Juegos de rol y sugerencias de Cuentacuentos (‘sé un cantante feliz’ o ‘haz como si dijeras algo muy importante’) pueden ayudar a los niños a centrarse en los ejercicios aportando el contexto para su uso. A medida que avanza la instrucción, el profesor debe saber que el cuerpo y la mente del niño cantante crecen y cambian y deben seguirles de cerca para asegurarse de que cantan sin exceder sus límites vocales y emocionales. Esto es especialmente cierto durante la pubertad en el niño varón donde el crecimiento físico rápido puede alterar radicalmente o incluso desestabilizar el instrumento vocal. 
 
También es importante la disposición a trabajar siguiendo las preferencias musicales del niño. No todos los niños quieren o necesitan trabajar un repertorio clásico. El profesor puede necesitar afrontar estilos de música no clásica como el musical, pop, rock, jazz, gospel, Latino, country, ‘rhythm and blues’ o música folk y proporcionar técnicas vocales que apoyen de forma auténtica éstas y otras categorías de música vocal. Sin importar el estilo de música, los profesores deben recordar a sus jóvenes estudiantes que no deben imitar las voces maduras de los adultos que escuchan, sino desarrollar un sonido vocal que se corresponda con su edad, voz y personalidad. 
 
Ya que los niños no son seres independientes, los profesores deben ser capaces de comunicarse con los padres y tutores en lo que se refiere al entrenamiento, la elección de repertorio y posibilidades de crecimiento. Adultos que alientan a jóvenes que no quieren cantar a recibir lecciones o actuar, deben ser confrontados con mucho tacto y ser animados a dejar que los niños participen en el proceso de toma de decisiones. 
 
En resumen, el canto es una actividad natural y espontánea para la mayor parte de los niños. La Academia Americana de Profesores de Canto apoya y estimula el entrenamiento vocal del niño. Como en otras actividades en las que los niños están involucrados, el canto puede llevarse a cabo en muchos niveles, desde el lúdico al profesional. En todos los niveles sin embargo, debe ser un instructor dispuesto y capaz, el que guíe al joven cantante en su carrera musical.
 

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